Bueno en ningún lugar está escrito que nosotros los hombres tengamos que reconocer las caras de las mujeres que preñamos, tampoco las de los hijos que tuvimos o de la gente a la que debemos plata, y ni que hablar de aquellas a las que les metimos un tiro o una dinamita al culo. Por favor, no armemos lío donde no hay, porque las caras cambian, para eso hay botox, pinturas, arrugas, pelucas, patadas y puñetes. Normal y al que quiera ver algún vínculo de intereses, pues simplemente es de la derecha , de la derecha enferma que busca al gato oscuro en medio del apagón de luz.
Y como en la oscuridad no se puede desmostrar nada y peor aún cuando en la democracia no se controla nada, porque controlar es algo netamente de una dictadura, entonces todo está bien, no hay ningún problema y si alguna vez hubiera alguno, no sería nada más que la ruptura de la cadena de mando, que también es normal porque esa cadena no es de metal ni nada.
Esta democracia va tambaleando, va tambalenado porque sus valores cada vez van perdiendo fuerza, porque el pueblo no es parte de la democracia, porque la democracia no es nada más que un disfraz de carnaval, con mucho olor a borrachera, a borrachera de poder y esa borrachera siempre acaba con un chaqui maldito, con un chaqui que no se pasa en unas cuantas horas.
Y después del chaqui volvemos a las caras conocidas a esas caras que quizás nunca deberíamos haber visto y menos besado o manoseado, pero en esa lógica del hombre, que según Freud, se define por su pene, pues andamos con esa maldición, de tener que demostrar nuestro poder como seres humanos, de ser los que siempre ponen y ser los perforadores de tanto campo vírgen y normal, normal si nos definimos por nuestra sexualidad, dejando de lado todo aquello, que entendimos en el transcurso de la evolución.
Pero cuando habalmos de política volvemos a la época de la oscuridad, de las brujas, demonios, infiernos y pocos santos y ni que hablar de la tierra prometida, porque esta siempre es de los que mandan el juego, ese juego democrático, donde uno va y vota por la cara conocida, o por esa que nos recuerda a algo, porque si en vez de ver las caras viéramos la realidad, pues de seguro que no exitirían las elecciones, ni los referendos, ni los curas en las iglesias escuchando nuestros pecados.
El hombre nunca se olvida de caras, lolas o nalgas bien puestas, pero claro que hay veces que hay que hacerse al demente, hay que decir tres veces que NO lo conozco y cada cual tiene sus explicaciones, sus razones, pero si dentro del ambito social vamos subiendo la escalera, entonces eso de acordarse o no acordarse toma otra dimensión, porque si los que gobiernan o gobernaron, se acordaran no solamente de las caras conocidas, pues de seguro que nuestras cárceles serían ya casi pequeñas ciudades.
Las caras conocidas son cosas de la vida privada, si me acuerdo de mis amantes bien, si no me acuerdo también, pero en el momento en que uno no sabe hasta que punto el poder de las lolas toma influencia en la vida de una nación, que definitivamente no es privada, entonces salen las dudas, las dudas de si realmente estamos en los tiempos de cambio, donde lentamente vamos descolonizando estas tierras...
La memoria es corta, los ojos ciejos y las orejas sordas, pero los hechos independientemente de todo esto ahí están, y ahí han de estar, hoy, mañana, pasado... hasta ese momento en que aceptemos el reto y sepamos asumir nuestras responsabilidades y justo en ese momento ya NO podremos decir esa era una cara conocida... ¿o quíen sabe no?
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