Hay pesadillas,
normal, hay diablos, normal, hay lo bueno y lo malo, normal, hay ideologías,
normal, hay pecados y crímenes, normal, hay héroes, normal, hay víctimas,
normal, hay fantasmas que nadie puede explicar, normal, como también hay
Dioses, ética, moral que nadie puede explicar. Y todo esto es normal, normal en
el siglo XXI, donde al parecer somos los seres más inteligentes del planeta que
con un celular en menos de un segundo mandamos información a todo el mundo
y recibimos una respuesta también.
El socialismo, ese
eterno fantasma, no terminó de salir del libro y ahí se quedó petrificado, se
quedó como todas esas teorías totalitarias, que al final solamente existen,
porque hay gente que todavía cree en ellas. Y mientras hay países que así se
llaman, la pobreza es epidémica en el mundo, en todas partes existen esclavos,
en todas partes existen todos aquellos que viven a costa de sus pueblos y todo
esto es normal, muy normal, tan normal que ninguno de esos socialistas se
mueren de hambre, o se mueren por falta de agua limpia, o se mueren por
abandono en algún rincón lejano de la tierra.
Dicen que la
diferencia es… saber repartir las ganancias de tal forma que a todos les vaya
bien, o por lo menos de repartirlas de tal forma que el sistema mejore en
general, pero en ninguna parte de este mundo se da tal evolución, porque el
capital es siempre el veneno que crea todo mal, y así fue desde el principio de
la historia y seguramente nunca cambiará.
El estado debería
estar ahí para defender y cuidar a su pueblo, para darle educación, para darle
trabajo, para crear el contexto donde la industria pueda crecer, donde el
mercado interno pueda ser estable y rentable, pero todo esto a nadie importa,
porque la política se convirtió en un enredo de dichos y discursos sin valor
alguno, mientras la realidad sigue igual, mientras la realidad nos hace
recuerdo a ese tiempo donde el estaño se fue a la mierda y nosotros tuvimos que
sumergirnos en la mierda también, y esa lección nunca fue aprendida, y seguimos
por la misma vía, claro que ahora la moda es diferente, ahora hay las redes
sociales y todos saben teclear, pero en el fondo seguimos pataleando,
pataleando con nuestra historia, con esa falta de identidad, que tanto daño nos
hace.
Si existiera, el
socialismo, la pobreza debería ser equitativa, porque según la teoría todos
somos iguales ante el estado y su política, pero no hay tal, los que nos
gobiernan viven bien, van de un charco al otro y nunca se mojan ni se ensucian,
porque no son responsables de nada y si un gobierno no asume su
responsabilidad, entonces tendríamos que preguntarnos ¿quién es el que nos gobierna
en realidad?
Vivimos en la época de
las libres fronteras, donde la maraña de intereses es más abstracta que antes,
donde la idea de países libres ya no existe, donde los países pobres son
colonizados por dentro, sin necesidad de guerras, guerrillas o revoluciones,
pero nadie entiende nada, y los que deberían saberlo mejor se hacen a los
pendejos, y listo.
Cuando en el centro de
un país las empresas extranjeras son más estables que las nacionales, se acabó
el cuento del socialismo porque todos tienen un precio, porque todo tiene un
precio y las ideologías son simplemente las putas baratas, que hacen creer a la
gente que los orgasmos se los puede comprar con 20 bolivianos.
Los fantasmas, los
fantasmas siguen rondando nuestra historia, pero el peligro no son los
fantasmas, el peligro somos en realidad nosotros…
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