Y sin olvidar que esa ciudad se ha convertido en la ciudad bloqueada, donde todos los conflictos políticos se tiene que llevar a cabo, simplemente por tener el gobierno justo ahí donde debería haber cualquier cosa a eso que lo queramos o no tenemos que llamarlo asi... ¿Pero a quién le importa hablar sobre eso? Mientras las fotos pintorescas del Illimani nos hacen creer en otros cuentos chinos... La Paz tiene su encanto, la naturaleza es hermosa, su cielo como ninguno, sus estrellas sin iguales... pero y después ... ¿qué pasa con La Paz diaria? Se fue junto a los enfrentamientos diarios, con sus marchas, bloqueos, gases, manisfestaciones, agua, piedras y.... poca justicia.
Pero en fin La Paz no tiene la culpa de tener tal nombre, una ciudad tampoco tiene la culpa de ser como es, ya que una ciudad es algo... es un obejto y nada más, pero otra cosa son sus ciudadanos esos que le dan vida a la ciudad y si ello se acostumbraron a vivir en el caos, o metidos en sus mundos artificiales, donde solamente hay parrilladas y buen tiempo, pues ni modo la vida sigue y arrolla a todo lo que se le pone en frente y no importa nada, porque asi son las cosas.
Más aún cuando tenemos la constelación que tenemos, donde el poder se lo demuestra en colonas de autos armados en todas sus ventanas, transportando a gente importante, mientras al lado de la esquiena un mendigo busca en los basurales algo para comer y claro las cosas no han de cambiar de hoy para mañana y tampoco después de seis años, o cien, por que los modelos mentales de la mayoría siguen anclados quién sabe donde y los vientos nuevos no traen nada nuevo, porque vivimos con un gobierno estático que trata de manipular la visión cósmica de la gente, con teleféricos, con hojas sagradas, pollos maricones y coplas de carnaval.
Pero así y todo hay que festejar, para algo existen estas fechas, para recordar lo que supuestamente fue o lo que debería ser, y ese recuerdo dura unas cuantas horas porque luego viene esa realidad que no deja campo para los recuerdos, porque hay que ir a buscar pan, hay que regatear el precio de esto o el otro, hay que correr detrás de buses que hechos añicos, que ya deberían ser chatarra, pero por obra y gracia de algún sindicato poderoso siguen ahí no solamente transportanto gente, sino haciendo inseguras las calles de esta ciudad, que van y se enredad por algún nudo de esos y vuelven a salir a regiones con edificios flamantes uno más “lindo” que el otro y dicen que todo huele a cocaina... porque en una sociedad pobre ¿cómo pueden haber tales obras?
Por obra y gracia de algún espíritu vamos por el mismo camino de siempre, construyendo lo que cosntruimos y por suerte están las postales con sus amaneceres bellos, con ese Illimani rodeado de nubes rosadas y a sus pies un mar de luces que le rinden su tributo. La Paz. 3600 metros de altura, poco oxígeno para uno que no está acostumbrado, “a la enfermedad de las alturas” y ahora entiendo que se refieren a la enfermedad de nuestros políticos, de esos que viven en la estratósfera, en ese mundo virtual, donde la magia de sus megalomanías crean ciudades desiertas, o super pobladas, ciudades polarizadas, ciudadess miserables o pudientes, ciudades caóticas donde hay de todo para todos...
Pero la miseria sigue siendo de los miserables, de esos que nacieron con ese pacto a la miseria que sigue ahí dándole cara a este gobierno que se dice del nuevo camino, un camino hecho a patadas... con contratos truchos, que una vez más tientan a La Paz para que deje der serla...
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