lunes, 20 de mayo de 2013

Diálogo

Para llegar al diálogo hay que hacer primero terror, hay que crear caos, hay que crear inseguridad, hay que llegar a métodos radicales, si bien ya conocidos y efectivos, pero que ahora son un peligro, y sí lo son para todos, para los del gobierno, para los marchistas y por sobre todo para el pueblo que de espectador siempre está en medio y ese siempre estar en medio es el problema... La indiferencia nos está consumiendo, nuestra ignorancia también, y ahora vemos claramente a lo que llega la nueva política, esa política que de entrada nos contó que todo iba a cambiar, que íbamos a descolonizar este pueblo esclavo, pero ahí siguen las mismas cadenas de siempre, la tiranía, la sobervia, la corrupción, la droga, la injusticia y la miseria.

Las dinamitas asustan y también crean daños materiales y personales, pero son un medio de comunicación, porque el terror siempre tiene un lenguaje directo, un lenguaje sin gramática, ni ortografía pero con un contexto determinado, fijo, demarcado en las reglas más elementales de nuestra comunicación, no como seres humanos, sino como bestias y las bestias no se pueden comunicar, porque no saben lo que es la comunicación.

La comunicación debería ser un método por el cual podamos entendernos, podamos aprender el uno del otro, podamos crear puentes que creen nuevos horizontes, podamos por sobre todo construir aprendiendo de los errores del pasado, pero en la vida política boliviana nunca hubo errores, todos los presidentes fueron de lo mejor y es por eso que es muy raro que como nación estemos donde estamos, siendo una nación pobre, insegura, una nación en subdesarrollo en todo campo y nivel.

Pero a nadie le interesa nada, cada cual en su mundo, en sus cuatro paredes, en sus mundos virtuales, dónde el diálogo dejó de existir, porque el miedo hace que la gente siga en su rol de espectador, porque el espectador nunca hizo nada, porque el espectador no es culpable de nada, claro que se hace cómplice, porque el expectador sabe y al saber lo quiera o no asume responsabilidad, que luego es ocultada por la indiferencia, por esa forma segura de pensar, de dejar que otros den la cara, que otros tomen decisiones, que otros aprieten los gatillos, que otros tiren las dinamitas y no importa si estas estallan en nuestras narices, porque eso hicieron esos otros...

El diálogo se puede dar cuando existe interés en resolver las cosas pacíficamente, cuando las cosas pueden tomar un curso justo, cuando las cosas están normadas en un campo legal, pero cuando todo está basado en un sistema corrupto, no puede existir diálogo, porque ya de entrada cada cual quiere imponer sus pedidos y si pido que me aumente el sueldo en 100% y tengo los medios de presión adecuados, entonces seguramente que mi sueldo podrá ser subido o si tengo los contactos necesarios puedo dejar de ser culpable y salir con la camisa más blanca de la historia y si no los tengo puedo ir a para a la cárcel por ser un peligro para el estado.

Pero a estas alturas, el estado es un peligro para su pueblo, para ese pueblo que los puso tan alto, para ese pueblo que creyó, que por fín había llegado el nuevo redentor, pero grave el error al haber confundido la Biblia con nuestra historia republicana, porque en nuestra historia pobre, políticamente hablando, no puede haber un redentor, porque el pueblo así lo quiere... porque el pueblo quiere quedarse en la posición cómoda del expectador.

Si entre bolivianos estamos mostrándonos los dientes y nos olvidamos del diálogo, ¿cómo podremos recuperar por ejemplo el Mar, se asustarán los chilenos si vamos tirando dinamita y haciendo huelgas de hambre? Y qué pasa con la imagen que estamos mostrado a todos del nuevo hombre boliviano... ¿No demuestra esta imagen, la derrota de una política fracasada, la imagen de una democracia muerta?

¿Por eso no sería mejor empezar a entender para qué sirve el diálogo, o no?

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