viernes, 9 de marzo de 2012

Ay que pena… de muerte

La culpa la tienen los cogoteros y los linchadores, porque si no hubieran hecho lo que hacen, entonces nadie hubiera dicho nada sobre la pena de muerte… y ni que hablar sobre los abortos… ¿ay, las cosas que digo verdad? Porque como ahora en estos tiempos modernos, especiales, las palabras cambiaron de sentido, entonces el ser humano, boliviano, moderno, pues no puede pedir la pena de muerte por más de que lo estén cogoteando, porque eso es inhumano dicen los humanistas del siglo XXII que aprueban las pateaduras públicas, claro porque hay cosas que si se pueden y otras que no…

OK, ¿qué es la pena de muerte? Es cuando alguien viene y decide que a una persona se le acabó el tiempo por estos lares, y eso pasa así o asá, como pasó con ese asaltante de la caseta de transito en la autopista de La Paz, porque para que no hable, dice que lo hicieron caer de la silla, y cayó pero con tan mala suerte que no le quedó otra que morirse, morirse de susto y como el muerto,  muerto está, entonces volvemos a manosear al sentido común… Y de eso saben los más de treinta linchados, claro que en esa justicia originaria la pena de muerte no está escrita en ningún libro justo, solamente que en el ardor del partido se les pasa la mano y hasta los entierran vivos… claro que pena si luego se mueren, pero eso no es ninguna pena de muerte…

Ya sabemos que la Papalisa hace que nuestro sistema hormonal  haga enredo y medio y por eso en ese enredo no hemos de poder discutir tranquilamente lo que es un castigo como la pena de muerte, porque los parámetros que usamos no alcanzan para que nuestros pensamientos vayan más allá de nuestras cejas…  que por cierto para muchos bolis están tan lejos que entre medio quedaría chico el desierto de Atacama.

En sociedades un poco más estructuradas, donde existe la pena de muerte, el problema primordial es cómo demostrar que el acusado es el autor del crimen… y en sociedades menos estructuradas, como la nuestra, el  problema primordial es el mismo a pesar de que todos vieron quien fue el criminal y quién la víctima… entonces meter la pena de muerte como forma de castigo, sería meterse un auto gol, ya que en nuestra sociedad no existen valores, ni reglas que garanticen  nuestro derecho a vivir, por lo tanto cualquier rato podríamos ser las víctimas y sucumbir, sin importar si existen leyes o no.

La seguridad ciudadana es un tema que se puso actual desde que… a la gente le llegó al copete que existan cogoteros, ok más vale tarde que nunca, pero al ver que nuestra policía no es garante de ninguna seguridad ¿por qué no salimos a decir nada a más tarder después de lo del TIPNIS? ¿Y ya tan rápido nos olvidamos que en otros tiempos los militares patrullaban las calles de las ciudades?,  porque el peligro izquierdista estaba a la vuelta de la esquina y ojo en ese entonces no habían cogoteros… y cómo pasa el tiempo, ¿verdad? porque ahora los izquierdistas están en el poder, los militares ocultos debajo de sus botas…. y el pueblo realmente como carne de cañón, o como presas lanzadas a la cacería… La cacería de las brujas, que lejos que quedó ese hecho en la historia, pero que latente en la vida real, donde la gente ya no puede confiar en nadie, ya que hasta los focos sueltan sus cargas de energía eléctrica para que la gente “mala”  se caiga de la silla…

Ingenuos, ignorantes, y pendejos, así vamos por esta vida, donde nuestra vida no vale ni un pedo, donde a nuestra sociedad le interesa un perejil si vivimos o no, si el sistema que debería protegernos lo hace o no, si los jueces que deberían dictar las leyes lo hacen o no, si los policías que son nuestros “amigos” nos patean o no… lo importante son los discursos, los discursos pendejos sobre temas de alimentación…

¿La pena de muerte una opción? Quizás sí, quizás no… hay comunidades que la practican sin temor a la ley vigente… hay órganos estatales que reprimen al pueblo sin importar las consecuencias finales, que pueden ser la muerte también,  y lo triste del caso, nosotros ahí en ese rol de pendejos, como siempre, sin poder decir nuestra propia opinión…

Qué valor puede tener mi vida, ¿si yo no le pongo su precio? Si yo no la defiendo, sin importar… las consecuencias… Ah Bolivia te fuiste al carajo.

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