Algo que no he de dejar de escribir es, que este gobierno tiene más de veinte linchados, y si vemos lo que esta oración semánticamente nos explica, entonces tendríamos que reaccionar de otra forma y tendríamos que entender que a este gobierno le valé un rábano lo que cueste una vida. Y nosotros con nuestra indiferencia hacemos casi lo mismo... ¿o será lo mismo? Pues que Dios lo juzgue, si es que antes no digerimos ya unas cuantas hostias dominicales y listo.
Un gobierno que llegó al poder con la fuerza de una masa decidida a todo, pasando por todas las épocas negras, sabe a lo que puede llegar metiendo fuego ideológico a la leña y sabe que con decir que fueron los malos, los derechistas, los separatistas tienen una respuesta que aclara toda la forma de actuar como aparato gubernamental y es así que no se mete en ningún lío de su pueblo, deja que la fuerza gane y luego cuando ellos están “perdiendo” salen con cosas como después del gasolinazo y a pesar de que todos vemos esas porquerías nadie reacciona. Ok. Tenemos miedo Ok. Pero al ver que dentro de la gente del gobierno, pasando por todos los aparatos gubernamentales, no existe ni una voz que diga, que lo que está pasando es una barbaridad, entonces no hay otra alternativa de que acá ya nadie nos ampára, porque todos se vendieron y se olvidaron de su deber principal, de buscar el bien del pueblo que los eligió, en un momento de borrachera mental.
¿Entonces de qué nos sirve el miedo o la indiferencia? ¿No nos hemos dado cuenta, que al que no encaje en la nueva norma le llegará el ladrillo? ¿No nos hemos dado cuenta que en sistemas totalitarios no hay justicia, ni perdón, ni dignidad, ni ética, ni moral? ¿Tan rápido nos hemos olvidado de los militares y sus golpes de estado? ¿Qué sentido tiene entonces la muerte de Luis Espinal? ¿Se hizo torturar y luego balear simplemente por ser un simple boludo que quería que los derechos humanos sean respetados? Pero claro solamente él fue asesinado y por suerte nosotros seguimos con la salteña en la mano derecha y la chela en la izquierda y de lo demás ni nos damos cuenta, porque lo primordial es no quemarse el hocico ni ensuciarse la camisa.
Y es así que después todo se reduce simplemente a la necesidad de sobrevivir, así llanamente, sin valores, ni palabras grandes como justicia, honestidad, dignidad, lealtad, libertad.Pero claro mejor vivir como esclavo a estar tiezo por una bala perdida, mejor estar hasta el cogote en la mierda a ser un desaparecido más. El tiempo pasa, la historia se calma, se enfría, los malos se convierten en gente de carne y hueso, les vienen las canas y arrugas y cuando se pasan al otro mundo, aparece un cura y dice que Dios los espera, porque eran siempre buenos... Era un hombre bueno. Y claro, ¿qué más puede decir una persona sin postura? ¿Una persona sin opinión propia? ¿Una persona sin pensamientos propios? Y no analicemos lo que haría una persona con convicciones o ideales propios, porque al parecer esa “raza” ha desaparecido.
Una democracia bien parada, no es la que tenemos. Nuestra democracia se va formando, se va asentando en muchos muertos, en mucha violencia, en mucho racismo, en mucha ignorancia con o sin corbata y nada raro ha de ser que esa democracia se derrumbe, porque la hermandad no se la cementa con balas, ni con confrontaciones o con sangre del paisano. Pero de qué sirven las palabras, si vamos jugando con valores, si vamos definiendo la justicia según rencores, o según el cálculo político, que simplemente busca la forma de perpetuar el poder en manos de supuestos caudillos, que no tienen ni un gramo de humanismo en sus pensamientos, en sus dogmas, en sus sofismas.
Nuestra indiferencia no nos ha de quitar la culpa, la culpa que vamos cargando por ser parte de un sistema descompuesto, podrido, donde cada uno de nuestros actos no hechos, de nuestras palabras no dichas, de nuestros pensamientos no pensados, ni expresados, nos hacen tan culpables como aquél que apretó el gatillo, o dictó la sentencia, o decretó la ley.
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