viernes, 20 de mayo de 2011

Naturaleza

El hombre es EL perfecto error en la naturaleza. Es el único ser biológico que ha perfeccionado, en los miles de años de su historia, la técnica de la destrucción y autodestrucción, entre muchas otras cosas negativas más. Pero de eso ni nos hemos dado cuenta, a pesar de jactarnos de ser los seres  vivientes MAS ”non plus ultra”, ni sé qué significa eso pero da igual. Y ya no importa si fue la evolución  o algún Dios el creador de tal obra, y no salgan con que soy un hereje, o un vende patria, o un derechista, o uno del Jiska, porque algo más asqueroso que el ser humano no he visto, y ojo sin quitar los méritos a su creador. Puede ser que después de estas oraciones vaya directo al infierno sin pasar por el Go y recibir los 200 US$, pero ya en la caldera ¿de qué sirve la plata? ¿Quizás para secarme el sudor?

Cuando era joven solía ir a los cerros de La Paz a caminar, desde Sopocachi alto hasta Achocalla ida y vuelta, y mientras más me alejaba de mi barrio bonito, entraba a otro mundo,  al mundo de las casas no terminadas, de las casas de adobes con ventanas sin vidrio, “sinos” simplemente tapadas con bolsas de plástico, al mundo de los techos informales, donde para que las calaminas no vuelen, se las “ajustaba” con piedras, llantas o cualquier cosa que tenga peso, al mundo de los riachuelos negros que salían de todas esas casas clandestinas y corrían paralelos a las supuestas calles que no eran más que tierra apisonada. Y ese olorcito a mugre, a mierda, a agua negra uno jamás olvida.

Como tampoco esa vez que un amigo me invitó  a tomar una cerveza y comer unas salteñas en El Prado y mientras deleitábamos de esos lujitos un niño pobre, “mugriento”,  se acercó a una mesa donde todavía habían platos con restos de comida y se puso a comer, pero ese comer no tenía nada que ver con “mi comer” porque mientras yo comía en un rito social, ese niño comía para sobrevivir…
O como en otras ocasiones  cuando después de La Noche Buena, sonaba el timbre y la Señora que recogía basura venía con sus hijas a pedir limosna… y así el bendito Papa Noel empezaba a mostrar su verdadera cara.

Tres pequeños ejemplos que demuestran claramente que vivíamos, vivimos y seguramente viviremos en una sociedad putrefacta. Ok normal, suele pasar, ¿pero en todo este tiempo dónde se quedó, se perdió la solidaridad, la hermandad, el amor al prójimo?  Hasta hace poco “los verdaderos bolivianos”  llamaban a descolonizar estas tierras que solamente pertenecen a los originarios… hasta hace poco ya estábamos listos para “sacarnos la mierda” simplemente porque tenemos diferentes colores de pieles… o de apellidos y zas viene la naturaleza que es bien opa, porque no entiende nada de nada, ningún sofisma o credo político, religioso, económico y trae a la lluvia que “lastimosamente” moja a todos y luego viene la física que también es opa y hace su trabajo y al final queda el ser humano non plus ultra y llora, patalea, grita, se conmueve y se solidariza, hasta que salga el sol, se ponga sus lentes oscuros nuevamente, olvide todo y vuelva a la vida cotidiana envuelta en esa miseria intelectual, espiritual,  de valores, en la que mientras no llueva ni haya terremotos,  ocultos detrás de nuestras paredes bien altas, calientitos y gozando de la vida, seguiremos esperando el fin de nuestros días.

Hace poco leí lo que dijo un vocero del estado, de que nuestro presidente tiene que quedarse en camita debido a la “inflación” de su rodilla y justo en ese momento se me prendió la luz y entendí que ese es el verdadero mal de los bolivianos, la “inflación” no solamente de nuestras “articulaciones”, sino de nuestra moral, de nuestra ética, de nuestros valores, de nuestro intelecto.  Ah “inflación” que pena que no seas solamente un error de imprenta.  

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